domingo, 25 de julio de 2010

Capitulo 4

Querido diario, hoy me he despertado con mal pie. Al levantarme de la cama sudando porque habia tenido una pesadilla, me conecté a mi tuenti y empecé a mirar cosas. Me llegó un evento referido a mí, de Luisa, se lo había enviado a todo el mundo que conocíamos. Yo no dije nada, cerré mi tuenti y la llamé por telefono.

- Dime.

- ¿Por qué has hecho ese evento?

- ¡Para ver a quien le importas y a quien no!

- Tia sabias perfectamente que no quería que nadie lo supiera hasta que yo quisiera.

- Ven a mi casa YA.

Colgó y me fuí rápidamente a su casa. Antes de llegar paré en una cafetería y me pedí un café para llevar. Llegué a su casa y llamé al timbre.

- ¿Por qué querias que viniera? - Le dije. -

- Porque queria verte.

- ¿Solo por eso?

- ¿Te parece poco? Tss.

Me fuí llorando porque no podía parar de darle vueltas sobre si ella quería seguir siendo mi mejor amiga o si era una falsa que solo era mi amiga por pena. Me compré un helado de chocolate y me fuí al parque, me senté a tomarmelo y pasó Roberto con sus amigos, entre ellos Pablo.

- Hola Lorena!

- Hola Roberto!

- Bueno adios que me tengo que ir, me pierdo! Jeje. - Me dijo -

- Vale, adiós!

Ultimamente estaba más amable conmigo que nunca.. ¿Sospechará algo? Ni lo sabia ni le daba demasiada importancia. Por mi cabeza rondaba decirselo o no. Aunque lo más probable era que se enterara por Luisa, ultimamente está muy rara.

Decidí irme a casa a almorzar, eran las tres. Comí y me acosté en el sofá a ver la tele. Ponían un especial de noticias, y entre ellas el accidente del niño que suele ver al final de cada día.

- No puede ser... - Pensé. -

Fuí corriendo a casa de Luisa y toqué el timbre tantas veces que deje de contarlas a la octava. Por fín me abrió la puerta.

- ¿Qué te pasa? Ni que hubieras visto un fantasma - Me dijo. -

- ¡Pon la tele! - Le dije entre lágrimas. -

Puso la tele y todavía lo estaban dando. Le expliqué todo lo que me pasaba con ese niño.

- No puede ser, a lo mejor era alguien que se parecía.

- Que no, que no tía que era él, además solo le veo yo.

- Creo que te estás volviendo un poco paranoica...

- Cree lo que quieras, pero le veo al final de cada día.

Me fuí llorando y muy enfadada porque era la primera vez que Luisa no me creía cuando le decía algo. Cuando llegué a mi casa eran las 10 de la noche, había pasado 6 horas pensando en el niño ese y en lo que quería.

- Lorena ¿que quieres de cenar? - Me dijo mi madre. -

- ¿Qué hay?

- Lasaña o pizza.

- Pizza.

Terminé de cenar y me fuí directamente a la cama pensativa, me acosté en la cama. Cerré los ojos y escuché un ruido en la ventana. Miré y era el niño subido al árbol que había junto a la ventana. Cerré los ojos y los volví a abrir, no había nada. Me fuí a dormir entre las ramas de los árboles moviendose por el viento que hacía que no hubiera silencio alguno...

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